Hace
apenas unos años la palabra cáncer era difícilmente aplicable al momento del
embarazo, pero la sociedad occidental en general, y la española en
particular, ha cambiado en muchos de sus
hábitos y costumbres (la incorporación plena de la mujer al trabajo, a los
estudios superiores, su emancipación del varón, el aumento del individualismo,
el tabaquismo femenino, la emancipación tardía de los padres, etc) y eso
conlleva a la realidad actual del aumento de la edad del primer embarazo (y por
tanto tener menos hijos y a edades más avanzadas).
En España en los primeros años 80 la edad del
primer hijo estaba en los 28,2 años, mientras que en los últimos datos del INE
(Instituto Nacional de Estadística) en el año 2011 se sitúa en los 31,4 años.
Este hecho trae aparejado la aparición de
enfermedades y patologías durante el embarazo que antes eran escasas o
testimoniales (la diabetes gestacional, la hipertensión, el aumento de partos
prematuros e inmaduros y por supuesto el cáncer).
Las
mujeres embarazadas afectadas por cáncer representarán el 0,8% de los cánceres
que afectan al sexo femenino. Se dan cifras de una mujer embarazada y con
cáncer (de cualquier órgano) por cada 1.000 embarazos. En condiciones similares
pareciera que el embarazo no afectara el pronóstico del cáncer, al comparar con
el cáncer de la población no gestante.
Durante el embarazo pueden aparecer cualquier
tipo de tumores, es por eso importante incidir en la necesidad por parte del
médico que realizar una exploración clínica
a la embarazada, incluyendo un
examen de sus mamas.
Se define como cáncer y embarazo a todo aquel
cáncer diagnosticado en cualquier momento del embarazo y hasta los 12 meses
después del parto, esté o no lactando.
Los cánceres más frecuentes diagnosticados
durante el embarazo son: el de mama, los ginecológicos (cuello uterino, ovario),
los linfomas, las leucemias y el melanoma.
El cáncer de mama es el más frecuente en la
mujer y por tanto también lo es cuando está embarazada, lactando o en el primer
año de vida de su hijo. En España esta frecuencia es de 1 cada 1000 embarazos.
La incidencia del cáncer de cuello uterino es variable por distintos autores y
series y las cifras varían desde 1 hasta 13 por cada 10.000 partos. El cáncer
de ovario se diagnostica durante el embarazo en 5 de cada 10.000 partos.
En el apartado de cánceres no ginecológicos el
melanoma se presenta entre 0,14 y 2,8 por 1000 partos y representan el 8% del
total de cánceres durante el embarazo. En relación a otros cánceres como el de
pulmón se sabe que cada vez son más frecuentes en las mujeres debido al aumento
del consumo de tabaco, lamentablemente las encuestas indican que más de un 15%
de las embarazadas continúan fumando durante su embarazo con lo que, además del
riesgo sobre el feto, aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón. Los
linfomas no Hodgkinianos ( el linfoma linfoblástico , el linfoma de Burkitt, el
linfoma de células grandes y el linfoma inmunoblástico) , la enfermedad de
Hodgkin y las leucemias (principalmente la leucemia mieloide crónica ) pueden
aparecer durante la gestación ( en una frecuencia de 1 en 100.000 embarazos
para las leucemias y de 1 cada 1000-
6000 partos para los linfomas).
Se sabe
que el embarazo NO tiene un efecto adverso sobre el cáncer. Hoy en día no
se plantea la opción del aborto como parte del tratamiento del cáncer, es más
la mayoría de los tratamientos quimioterápicos e inician a partir de la
decimosegunda semana de gestación cuando se considera que ya se ha completado
la organogésis y por tanto ya no son peligrosos para el feto. En algunos
cánceres como el de ovario, se realiza
la cirugía del mismo entre las semanas 16 y 18, en los cánceres diagnosticados
en el segundo o tercer trimestre de la gestación normalmente se madura el
pulmón del bebe y en cuanto se pueda se realiza una cesárea para tratar
posteriormente el cáncer.
La quimioterapia puede administrase durante el
embarazo, tan solo la que se da en el primer trimestre de la gestación puede
producir malformaciones fetales alrededor del 10% de los casos, asi como partos
prematuros, retardos de crecimiento intrauterino, algunos cánceres como el
melanoma pueden metastatizar en la placenta o en el feto.
Está demostrado que la interrupción del
embarazo no mejora el pronóstico del cáncer ni facilita su tratamiento, el
aborto no es una indicación terapéutica en la paciente gestante con cáncer.
El aumento de la edad a la hora de concebir de
nuestras pacientes nos obliga, entre otras cosas, a realizar un examen de
mamas, una citología (si no la tiene hecha en 1 ó 2 años) y a estar atentos a
cualquier cambio en la coloración o tamaño de una lesión dérmico o ante la
presencia de cualquier síntoma anómalo (cambios tiroideos, disnea, fatiga,
etc).
Debemos ser conscientes de que puede no ser
una situación excepcional en nuestras consultas la presencia de una neoplasia
durante el seguimiento y control de una paciente embarazada.
Artículo escrito para la revista Nexo de la Asociación Española contra el Cáncer de Zaragoza , marzo 2013
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